miércoles, 24 de octubre de 2012

REVOLUCIÓN DIGITAL E INNOVACIÓN CULTURAL

Definitivamente, cada nueva tecnología crea una nueva cultura. Estamos engarzados en un constante cambio cultural, porque las innovaciones tecnológicas no se detendrán en el afán del hombre por conquistar ya no a la naturaleza, sino al hombre mismo. El sentido en que se mueve la tecnología ya no es pues el dominio de la naturaleza por las máquinas, sino el desarrollo de la información y la comunicación del mundo como imagen.

En este contexto, son considerados elementos de innovación, aquellos que las tecnologías aportan y que en su actuar van creando otras formas de presentar las informaciones diarias, como los formatos de pantallas y el uso de recursos multimedia, que hoy en día definen la competitividad entre las empresas de comunicación.

De esta forma, uno de estos elementos que aportan las nuevas tecnologías es su presencia virtual, es decir, su presencia en el ciberespacio. Otra, es la posibilidad de interactividad, donde el intercambio de roles de emisor y receptor se da en condiciones de igualdad. También se considera el hipertexto o hipermedia que es la construcción discursiva no secuencial. Finalmente, se incluyen los recursos de documentación o almacenaje de información.

Es claro, que conforme se vayan añadiendo nuevas tecnologías, los elementos que aporten sean nuevos también, superando a aquellos que existen hoy. Será gracias a la tecnología que no permaneceremos aburridos pues el ritmo lo marca el cambio tecnológico. Quien no vaya a ese ritmo caerá en el olvido de los beneficios y las oportunidades que el mundo que hemos creado nos otorga.
Con el cambio constante, las actitudes también cambian. Las actitudes más comunes ante el proceso de innovación tecnológica son: Entender la revolución digital como condición para liderar el cambio; contribución de los medios de comunicación al proceso de integración regional y a la preservación de la paz. Estas actitudes serían las más apropiadas para un profesional, sin embargo no son vistas así en el sector educativo y no hay políticas claras en estos aspectos. Quizá por esto sea perceptible por la gran mayoría los aspectos negativos de las nuevas tecnologías, ya que quienes rápidamente utilizan la nueva tecnología son delincuentes.
Se habla de revolución digital, la cual para que deje de ser una promesa hay que conocer críticamente y aplicar creativamente las nuevas tecnologías, que éstas pueden contribuir a la integración regional, a la paz, a la defensa de nuestra lengua común y a extender el acceso a los bienes culturales. Y hay que añadir que para apropiarse de la tecnología hay que proceder con prudencia y sobriedad.

Una nueva era marcada por la revolución digital que trae consigo respuestas contradictorias en la población. Los más avezados las aprenden y utilizan con rapidez insertándolas en su cultura y reformulándose como individuos. Otros, los más extremistas, conservadores y confiados en que todo pasado fue mejor, califican a las nuevas tecnologías como los monstruos de la modernidad, huyen de éstos y promueven la limitación de los mismos, inclusive los prohíben; les es difícil asimilarse a los cambios culturales que las nuevas tecnologías generan. Esto se observa claramente en las instituciones educativas de nuestro país, tanto a nivel básico como a nivel superior; puedo dar fe de ello, pareciera que los cambios han sido tan rápidos que los profesionales todavía titubean en si cambian o no, si toman o no las nuevas herramientas. Tal desafío los atormenta. Concuerdo además con los tres tipos que en este nuevo contexto son propuestos por Umberto Eco: el borracho, abstemio y catador.

Un buen profesional no teme a los desafíos. Y el desafío profesional no consiste solo en adaptarse al cambio o utilizar con naturalidad un nuevo lenguaje. Se exige comprender y controlar las nuevas características de los medios y de la comunicación pública. Esto significa además, ser protagonista de la revolución tecnológica, no simples espectadores de la misma. Desafío al fin y al cabo, las exigencias son altas ya que es requisito un constante aprendizaje al ritmo del avance tecnológico y a la vez la facilidad de producir contenidos mediante el uso de los nuevos instrumentos.

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